El sistema de tres capas es imprescindible tenerlo presente para ir a la montaña. Un método sine qua non que te facilitará la evacuación de la humedad y a la vez, te proporcionará calor.
El sistema por capas emplea diversas capas de ropa en lugar de llevar una sola prenda, siendo sus objetivos: regular la temperatura, evacuar la humedad, impermeabilizar, frenar el viento y aportar comodidad al deportista.
Cuando vayas esquiar a una estación de esquí o realizar una actividad en la montaña, no siempre deberás llevar las tres capas. Porque no solo es importante vestirse a la última y llevar las mejores tendencias de la temporada, también hay que protegerse del frío. Dependiendo de varios factores como la actividad física a realizar, del clima, de la temperatura y de la altitud, en base a esos parámetros deberás combinar el sistema de las 3 capas de ropa para mantenerte caliente, seco y cómodo.
Hasta mediados de los años 80, el método para abrigarse en la montaña era similar al utilizado en los núcleos urbanos donde hacía frío. Voluminosas, con piel y abundante relleno, las antiguas prendas de abrigo aportaban calor pero entorpecían la movilidad. Las actividades deportivas en montaña, se realizaban con esas mismas cazadoras, eran impermeables pero retenían la humedad que generaba el cuerpo al practicar una actividad físico o deportiva.
La aparición de nuevos materiales y la aplicación de nuevos procesos favoreció la aparición de nuevos materiales que revolucionaron toda la industria del textil. Las fibras sintéticas derivadas del petroleo por poliomerización, como las fibras de nailon y poliéster llegaban a la gran distribución junto a las membranas impermeables.
Por otro lado, irrumpió en el mercado un invento que jamás quiso patentar su creador, el forro polar. Aaron Feuerstein, hijo del fundador de Malden Mills -Henry Feuerstein- inventó el suave y cálido vellón polar o forro polar, de tejido de punto sintético hidrófobo, fabricado a base de PET.
Fue en 1986 cuando Helly Hansen, una marca de ropa noruega, expuso una alternativa útil para las personas que debían exponerse al frío y a la vez, realizar una actividad física que implicaba sudoración. Dicha solución, es denominada como la teoría de las tres capas (del inglés three-layer-system).
Cuando estamos al aire libre y realizamos actividad física, nuestro cuerpo comienza a ventilar con mayor frecuencia e intensidad, aumenta el ritmo cardíaco y el calor metabólico que producen las fibras musculares al realizar ejercicio.
Dicho calor metabólico, es transportado por el sistema cardiovascular al órgano más grande del cuerpo, la piel. Allí, en la superficie del organismo y mediante las glándulas sudoríparas, se libera el calor por radiación (en contacto con superficies o ambientes fríos), conducción (en contacto con aire o líquido), convección (cuando el aire o el agua se renuevan rápidamente) o sudoración.
Esta última, la sudoración, es el quid de la cuestión y la gran enemiga de los deportistas en entornos fríos. La transpiración humedece la ropa, se adhiere al cuerpo y facilita la evacuación de nuestro calor corporal. Por lo tanto, era necesario encontrar un método que consiguiera proteger a montañeros y esquiadores de las condiciones climatológicas adversas (frío, lluvia, nieve y viento), que además fuera transpirable, permitiera moverse con comodidad y que guardara el calor que genera nuestro cuerpo. ¿La tarea no era fácil verdad?. Pues la solución al embolado, se encontró en el sistema de tres capas.
El sistema de capas para vestirse en la montaña o en la nieve, está organizado de dentro hacia fuera, de las capas más internas a las más externas. Las tres capas deben ofrecer una característica común: deben ser transpirables. Antes de comenzar con el sistema de capas queremos recalcar que para practicar un deporte de montaña o esquiar no hace falta llevar siempre las tres capas. En función de las condiciones climatológicas, las previsiones, la actividad a realizar, la intensidad y duración del ejercicio y otros factores, podremos combinar la utilización de la primera, segunda y tercera capa.
La primera capa (base layer en inglés), es la prenda que irá adherida a nuestro cuerpo y será como nuestra «segunda piel». En los comercios son clasificadadas como «camisetas térmicas» y suelen estar hechas con fibras sintéticas (elastán, poliamida, poliéster, ..) o lana merino. Es la capa más interna, va pegada a la piel y su principal misión, es evacuar lo más rápido posible el sudor que se vaya adhiriendo a sus fibras. Esta primera capa facilita que mantengamos el cuerpo seco y además, suele tener propiedades térmicas, aportando una sensación térmica agradable al deportista. Es importante que no utilices como primera capa una camiseta de algodón, absorve el agua y te transmitirá frío.
La primera capa o capa interior para actividades de montaña o esquí deben estar ajustadas al cuerpo pero sin oprimir. Normalmente son elásticas y suelen presentar un corte que permite realizar movimientos amplios. Recomendamos que la primera capa sea ligera, presente costuras planas así como un patronaje que permita libertad de movimientos evitando la irritación en zonas sensibles. Del mismo modo, elegir como primera capa aquellas prendas que aportan secado rápido y no huelen mal (antibacterianas con presencia de plata o cobre) y que presentan materiales elásticos con gran resistencia mecánica. Evitar camisetas de algodón u otras similares que sean hidrofílicas (del griego hydros, «agua», y philia, «amistad»). Poco importará que las demás capas sean muy técnicas, si la primera capa absorbe vuestro sudor dado que la sensación de frío y el riesgo de hipotermia estará asegurado.
Y es que la primera capa, se puede considerar como las más importante cuando vamos a la montaña, dado que independientemente de las condiciones climatológicas, siempre la llevaremos puesta, nos mantendrá secos y en algunos casos, guardará calor corporal. La tecnología aplicada a la industria del textil, ha conseguido concebir métodos eficaces para almacenar el calor y favorecer la evacuación del sudor, mediante el tejido por canales, el sistema laminado o la integración de microcápsulas.
En función de la temperatura exterior, deberemos de ponernos una primera capa más o menos gruesa. Los principales grosores que encontraremos en el mercado, parten de los 100-150 g/m2 para primeras capas finas y ligeras, adecuadas para realizar actividad física con meteorología no demasiado fría. Probablemente el gramaje más común de las primeras capas es de 150-200 g/m2 dado que admiten un uso polivalente y retienen de forma eficiente el calor corporal con temperatura frías. Algunas modelos de camiserta interior presentan grosores superiores a los 260 g/m2 que pueden ser útiles en actividades extremadamente frías con movilidad reducida, como es el caso de la escalada en hielo.
En el sistema de capas para montaña, la segunda prenda (mid layer en inglés), debe aportar calor al deportista y evacuar la humedad. Antaño se utilizaban jerséis de lana o cazadoras con relleno para evitar que el calor se evacuara pero la llegada de los forros polares frenó la tendencia de la lana. Los forros polares de PET, fabricados a partir de envases plásticos, no solamente eran más eficientes, cómodos y ligeros, además aportan una segunda vida a los plásticos que utilizamos.
La relación peso-calor que aporta el forro polar es excelente y como segunda capa, aporta un desempeño enorme. Sin embargo, no todo son ventajas. El forro polar se obtiene de un recurso natural no renovable como el petroleo, es inflamable, no es eficiente para frenar el viento y genera cargas electrostáticas dado que el plástico no permite la circulación de cargas porque aíslan eléctricamente.
Una de las marcas referentes en el sector es Polartec, dado que fueron los inventores de este material en el año 1981. Cuarenta años más tarde, encontramos en el mercado una fibra Polar que ha evolucionado mucho: la textura del tejido, su apariencia, la capacidad de compresión del tejido para guardarlo en la mochila o incluso un vello largo, que permite frenar mejor el viento y ser más eficiente almacenando el calor corporal. Existen de diferente gramaje (100, 200 y 300 g/m²), siendo los más gruesos los que más calor aportan, pero lo menos utilizados en deportes intensos o en disciplinas deportivas de gran componente aeróbico.
El forro polar también tiene capacidad de transpiración, suelen tener propiedades elásticas (elastan) dándonos libertad de movimiento. Las dos primeras prendas del sistema de capas son fundamentales para la movilidad y confort del deportista, al mantenerlo caliente y seco. Existen chaquetas ligeras rellenas de plumas y fibra muy eficientes, que aportan mucho calor y además ocupan muy poco espacio para transportarlas en la maleta o en la mochila. Son delicadas y tienden a romperse con facilidad, por lo que tendremos que tener especial cuidado si no llevamos una tercera capa.
Como segunda capa, también se recomienda la utilización de prendas realizadas en poliéster o lana de merino. La lana merino es un tipo de fibra natural que tiene unas características hidroscópicas ideales para mantenerse caliente en la montaña. La lana de merino es respetuosa con el medio ambiente, es 100% biodegradable y natural, absorbe de forma eficiente la humedad, consigue aislar térmicamente, es transpirable, su tacto es muy suave, no provoca picores y no retiene malos olores. Las características únicas de la lana de merino, hacen que caliente aunque esté húmeda o mojada.
Existen chaquetas corta vientos sin membrana que son muy tupidas y están fabricadas con nylon elástico. Son muy eficientes frenando el viento y responden bien ante el agua, pero no son tan impermeables como las membranas de la tercera capa. Son muy cómodas para los días de invierno, son ligeramente elásticas, repelen un poco el agua gracias a los polímeros y frecuentemente, tienen las costuras termoselladas.
En condiciones de mucho frío, pondríamos otra prenda por encima de la segunda capa, de características similares buscando mantener el calor. Existen más de 100 marcas de ropa especializadas en los deportes de invierno que ofrecen cazadoras rellenas de fibra, con gran capacidad de compresión, poco peso y que además retienen mucho el aire caliente sin limitar el movimiento. La combinación de dos prendas en esta segunda capa para montaña, consigue mantener el calor en el cuerpo de forma eficiente sin limitar la movilidad del deportista dado que las prendas «resbalan» entre sí.
La tercera y última capa (outer layer en inglés), es indispensable en montaña dado que frenará la lluvia, la nieve y el viento. La tercera capa debe ser impermeable, transpirable y además, debe actuar como corta vientos. Las membranas de la tercera capa, tienen en su parte más externa sistemas como Gore-Tex o GeoTech, que tienen las costuras termoselladas y que nos aportan impermeabilidad. El termosellado un sistema que consiste en fusionar un plástico sobre el tejido, haciendo que sea estanco del aire y de la humedad. La impermeabilidad y transpirabilidad de la tercera capa se mide en «columnas de agua» con dos cifras que oscilan entre 10.000 (10K) y 30.000 (30K).
La primera cifra que encontraremos en la prenda, nos informa de la columna de agua que consigue frenar la membrana, valorando su capacidad impermeable en mm de agua. La segunda cifra se basa en el mismo concepto, pero informa sobre la transpirabilidad de la membrana. Las terceras capas que poseen 30K en impermeabilidad, frecuentemente arrojan valores mediocres a nivel de transpiración.
El principio de las membranas tipo Gore-Tex está basado en un sistema laminado con poros microscópicos que pueden ser 20.000 (20K) veces más pequeños que una gota de agua, permitiendo que transpire sin dejar pasar el viento ni el agua. Las chaquetas Gore-Tex pueden ser de dos capas (2L) o de tres capas (3L), normalmente llevan un tratamiento para repeler el agua (DWR), son eficaces para esquiar los días de viento y además son resistentes a la abrasión.
¿Sabías que el cuerpo humano en reposo expulsa casi un litro de agua (2.500 gr/m²) de agua al día en forma de vapor? Por esta razón, las marcas de ropa de esquí y montaña expresan la transpirabilidad de sus diferentes capas en gr/m²/24h. En algunas ocasiones encontrarás un valor, indicado con las siglas RET. Este valor indica la resistencia de los tejidos a dejar pasar la transpiración (Resistance to Evaporation Transfer). Por ejemplo una prenda con RET igual o menor a 60 se considera muy transpirable. Las terceras capas suelen llevar doble cursor de cremallera y bolsillos frontales altos -ideales para los alpinistas cuando les hace falta usar arnés- así como una capucha ajustable. También pueden llevar un forro fino interno de guata o plumas que evitarán que se «escape» el calor. Por último, es frecuente encontrar un «cubre nieve» a modo de faldón interno, que en caso de caída o nieve profunda, impedirá que entre la nieve.
Como desventajas, cabe destacar que acaban siendo poco transpirables cuando realizamos actividades intensas, son ruidosas y tienen un precio elevado.
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